SAN PABLO

BREVE HISTORIA DE SAN PABLO, PATRÓN DE LOS CURSILLOS

Antecedentes personales

     Saulo nació en el siglo I d.C., en Tarso, Cilicia (Asia Menor), ciudad conocida por su academia y por la instrucción de sus habitantes. Por nacimiento era ciudadano romano y por familia judío de la estirpe de Benjamín. Educado en el helenismo, en sus cartas y discursos se advierte su conocimiento de los autores paganos.

    Después Saulo se formó en la prestigiosa academia rabínica del maestro Gamaliel de Jerusalén, gran conocedor de la Ley Mosaica, que a pesar de ser fariseo, era un libre pensador y un amante de la sabiduría griega. En Jerusalén Saulo aprendió el arte de construir tiendas, en lo cual trabajó cuando fue necesario.

    Más tarde fue un fuerte defensor del fariseismo y perseguidor de la fe de Cristo, testigo del martirio de San Esteban, primer mártir cristiano. Y por fin recibió del Sanedrín (máximo tribunal civil y religioso judío) el poder de perseguir oficialmente a los cristianos incluso fuera de Palestina.


La conversión y el inicio apostólico

     Pero Dios tenía otros planes y en el camino hacia Damasco le llamó a ser Apóstol de Cristo. Saulo vio una luz resplandeciente que le hizo caer a tierra cegado. Y escuchó una voz "Saulo, Saulo ¿porqué me persigues?" A la pregunta "¿Quién eres?", el Señor contestó " Yo soy Jesús a quien tu persigues". Saulo comprendió entonces que Jesús estaba vivo y presente en la comunidad de sus discípulos.

     Saulo, ciego, fue conducido a Damasco, instruido en la fe y bautizado al tercer día por Ananías. El bautismo le devolvió la vista y desde entonces fue un defensor celoso de la enseñanza que antes perseguía. Por un tiempo estuvo en Arabia y luego volvió a Damasco para enseñar acerca de Cristo, pero tuvo que huir a Jerusalén acosado por los judíos. Allí se unió a la comunidad y conoció a los Apóstoles. Nuevamente perseguido volvió a Tarso, hasta que en el año 45 Bernabé le llamó a Antioquía para que predicara allí. Luego volvieron a Jerusalén llevando ayuda a los necesitados.

Los viajes apostólicos

     Entre los años 45 y 58 Pablo efectuó tres viajes acompañado por Bernabé, Silas y Lucas. En estos viajes estableció las comunidades de Antioquía de Pisidia, Iconio, Listra y Derbé, primero, luego en Macedonia,  Filipos, Tesalónica, y Berea. Y  en Grecia Éfeso y Corinto, entre otras.

     Saulo es llamado Pablo después que convirtió a la Fe de Jesucristo al procónsul Sergio Pablo, durante su primer viaje, en Pafos (Chipre).

     Pablo participó en el Concilio de Jerusalén (año 50 aprox.), en el que se opuso a que los paganos convertidos al cristianismo observasen las costumbres de la Ley de Moisés.

Los sufrimientos y la muerte de Pablo

     Al sufrir un naufragio en la Isla de Malta, Pablo arribó a Roma en el verano del 63, donde se benefició de la condescendencia de las autoridades romanas y pudo enseñar libremente. Desde allí escribió a los Filipenses, Colosences, Efesios y Filemón, además de la carta a los Hebreos de Palestina. Pero más tarde se desató la persecución contra los cristianos y Pablo  fue encarcelado hasta su muerte al volver de un corto viaje. 

     Su inquietud apostólica le hizo pasar por muchos momentos difíciles: persecuciones, noches sin dormir, frío, hambre y sed, desnudez, cárcel, azotes, apedreamiento, desprecios, incomprensiones, tres naufragios, difusión de falsas doctrinas en las iglesias por él fundadas, etc., hasta que fue martirizado entre el año 64 y 67 por el emperador Nerón, al parecer decapitado.

El apostolado de Pablo

     Pablo se entregó totalmente al anuncio evangélico, consciente de sus debilidades, pero feliz de haber sido llamado, adjudicando todas sus obras a la Gracia de Dios. Toda su vida hasta su conversión, según él mismo, había sido un error, un pecado que le empujaba a la condenación.

    Sólo la todopoderosa Gracia Divina pudo ponerlo en el camino de la salvación. Desde aquel momento el Apóstol Pablo trató de ser digno de la llamada divina. Él era consciente de que todo es obra de la misericordia de Dios. 


     Sus catorce cartas o epístolas, gracias a su amplios conocimientos y agudeza, sobresalen por su originalidad y constituyen una enseñanza sistemática del cristianismo. El Apóstol Pablo, como el Apóstol Pedro, se esforzó en difundir la fe de Cristo y con justicia es venerado como el gran Apóstol de los gentiles. Un verdadero ejemplo para los Cursillos de Cristiandad.

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